martes, 5 de enero de 2010

Las responsabilidades de la Izquierda y los Movimientos Sociales.

Sin entrar en un racconto histórico, necesario e indispensable que dejamos para otro momento, de la actuación de la izquierda argentina, es importante enumerar algunas responsabilidades que nos caben en esta complicada transición que estamos atravesando, para lo cual debemos de todas maneras partir por lo menos, del inicio del período kirchnerista.
En 2003 los Movimientos Políticos y Sociales que habíamos puesto el cuerpo en la dura pelea contra las políticas neoliberales, durante la mayor parte del tiempo en absoluta minoría respecto a los pareceres del conjunto de la sociedad, fuimos convocados a ser protagonistas de un nuevo período, por un gobierno que retomaba en el discurso y la acción muchas de las reivindicaciones por las que habíamos estado muchas horas en las calles soportando la represión, aguantando persecuciones, sufriendo la cárcel, y dejando en el camino un número no menor de compañeros y compañeras muertos.
Nuestra decisión estuvo fundada en que medimos las acciones de ese gobierno en un contexto determinado por una correlación de fuerzas absolutamente desfavorable para los sectores populares, en la cual cada paso dado que nos fortalecía, era una nueva plataforma de lanzamiento para caminar hacia delante. Siguiendo el análisis teórico de Laclau (al que algunos compañeros y compañeras con los que estamos polemizando gustan citar), el kirchnerismo fue dando respuesta a una diversidad de demandas sin perder de vista que la demanda capaz de articular al conjunto de las existentes, era claramente la de renovación de un sistema político, que había quebrado definitivamente su capacidad de consenso durante el primer año del gobierno de la Alianza. La renovación de la Corte, el juicio a los genocidas, la definición contundente respecto a las estructuras partidarias tradicionales, la lucha inclaudicable contra la corrupción, la convocatoria a una nueva construcción política desde la transversalidad, las respuestas a los apretes de las corporaciones llamando a pelear en la calle contra los aumentos de precios, la quita unilateral de los montos de la deuda externa, la definición de NO al ALCA en la propia cara de Bush, abrieron en el imaginario popular la esperanza de un cambio real y duradero, que se amalgamaron con la creación de millones de puestos de trabajo, y las consiguientes mejoras de las situaciones objetivas de millones de compatriotas hasta ahí, sumidos en la miseria.
Los Movimientos Políticos y Sociales que decidimos participar activamente en ese proceso, lo hicimos en ese contexto signado por la apertura de un espacio de esperanza en que era posible construir confianza en una nueva dirigencia caracterizada por la consecuencia y la honestidad. Nadie pedía que las cosas se resolvieran de un solo golpe. Ni los militantes y organizaciones que hemos aprendido en duras experiencias nunca fáciles de sintetizar, ni los trabajadores y el pueblo, que acumulan sabiduría tras largos períodos de alegrías y frustraciones. Por eso, aunque no nos sentíamos ni cómodos ni tranquilos, participamos del Frente para la Victoria en 2005, y con mas desconfianza y cuestionamientos públicos en 2007, junto a intendentes y gobernadores con los que no teníamos coincidencias, aceptándolas sólo como una situación electoral transitoria. Pero la construcción de la confianza y la consolidación de la esperanza indefectiblemente requerían que no hubiera pasos hacia atrás al menos sin explicaciones valederas. Las acciones que en 2005 y ya menos en 2007, podían explicarse como pasos tácticos, se convirtieron en salida regresiva cuando se confirmó la decisión de Kirchner de volver a anclarse en el PJ, rompiendo definitivamente su compromiso con la demanda de renovación política, articuladora de un heterogéneo conglomerado de reclamos representativos de intereses no siempre confluentes, e incluso en muchos casos abiertamente contrapuestos. La insoslayable necesidad de respuestas a las acuciantes necesidades marcadas por la brutal crisis económica, sólo podían sostenerse en el tiempo sobre un avance constante sobre los intereses de las minorías. La respuesta consecuente a la demanda de renovación del sistema político surgida en las jornadas de 2001, era la única capaz de darle al modelo kirchnerista la herramienta que le permitiera la construcción de un nuevo bloque popular, con la potencia suficiente que posibilitara abordar la inevitable confrontación que más temprano que tarde se produciría.
Algunos nos dicen que no entendimos la correlación de fuerzas existentes en ese momento, porque el camino que proponíamos –era nada más que seguir el que se había iniciado en 2003 y continuó con todo éxito hasta el 2005- conducía a la derrota segura. No nos queda más que contestar que el que se decidió transitar nos condujo a la realidad actual.
Qué pasa hoy
El problema principal que aqueja al gobierno kirchnerista no es el embate sistemático de la derecha. Sino que esas embestidas lo encuentran huérfano de apoyo popular, y con su propio frente interno resquebrajado como corolario de sus propias incoherencias. El principal referente político electoral de la derecha que tiene más posibilidades de llegar a la presidencia en 2011, es el vicepresidente de Cristina, que hoy lidera todas las encuestas, cuando en 2007 era un ignoto gobernador desconocido a nivel nacional. Desconocido por la mayoría de la sociedad pero perfectamente conocido en el arco político como un genuino referente de la derecha de la UCR, y en esa condición fue instalado en la fórmula presidencial como un representante de la pluralidad democrática. El gobernador de la Provincia de Buenos Aires que es uno de los únicos sostenes de peso del kirchnerismo, hoy encabeza la ofensiva para endurecer la represión contra los jóvenes bajando la edad de imputabilidad, buscando darle mas poder a la policía, lo que en los hechos significa ampliar la intervención en los negocios delictivos que ésta administra. Una parte de los diputados que entraron en el 2007 por el Frente para la Victoria ahora integran el bloque del peronismo disidente, con los que junto a la UCR, el gobierno acordó en la cámara de senadores votar la ley de reforma política que busca consolidar la alternancia PJ – UCR, cerrando la parábola que empezó en la convocatoria a la construcción política transversal en el 2003 y terminó en la consolidación legalizada del bipartidismo que administró el neoliberalismo de los noventa. La debilidad que llevó al gobierno a quedar en minoría en diputados no deviene en lo principal de los dos votos de las diputadas de Libres del Sur, sino de las múltiples deserciones por derecha que ha venido sufriendo este gobierno, desde Alberto Fernández hasta Roberto Lavagna, pasando por los quince senadores (ocho del Frente para la Victoria) que hasta 30 días antes de votar en contra de la 125, eran considerados parte la mayoría propia del gobierno, así como también la diputada Graciela Camaño elegida en la lista que llevó a Cristina Kirchner a la presidencia, y que el 3 de diciembre habilitó el inicio de la sesión en la que el kirchnerismo sufrió su primera derrota en la cámara de diputados.
Según la lógica del kirchnerismo ellos tienen derecho a desertar de principios fundamentales bajo los que nos convocaron, perdiendo el apoyo popular al que contribuimos a sustentar desde los Movimientos Políticos y Sociales, y nosotros deberíamos mantenernos callados o nuestras diputadas deberían renunciar. Es un razonamiento curioso, que requiere algunas aclaraciones.
Hay organizaciones con las que hemos participado en estos años en largas jornadas de trabajo en el espacio kirchnerista, y que consideran por múltiples razones que hay que seguir siendo parte de este espacio y con los que venimos debatiendo fraternalmente desde posiciones claras. Con todas ellas hemos compartido fuertes disputas contra las estructuras tradicionales enquistadas en el gobierno, para que nuestros aportes sean reconocidos y se traduzcan en lugares institucionales desde los cuales contribuir con más peso. Siempre coincidimos que los lugares alcanzados estaban muy por debajo de los aportes y esfuerzos realizados. O sea que a ninguno de los Movimientos Sociales que le pusimos el cuero al modelo kirchnerista nadie nos regaló nada. Y mucho menos a Libres del Sur. Por otro lado nunca nos callamos las diferencias, al principio cuando el gobierno daba sus primeros pasos criticábamos en los escuálidos espacios internos de discusión, y cuando el gobierno se fortaleció después de 2005 pasamos a hacerlo públicamente, por lo que tenemos sobrados derechos a tomar nuestras propias decisiones que pueden ser discutibles como acertadas o equivocadas, pero incuestionables en su capacidad de autonomía.
Si este gobierno conservara seriamente alguna decisión en dirección continuar y profundizar un camino progresista y de cambio, no hubiera empujado a capa y espada la sanción de una ley de reforma política que traba claramente la emergencia y fortalecimiento de referencias políticas de izquierda y centroizquierda. Si quisiera encarar en el parlamento nacional los dos años de gobierno que le quedan en acuerdo con los sectores de centroizquierda, nos hubiera convocado a trabajar juntos con propuestas concretas en esa dirección, estableciendo alianzas comprometidas con un programa definido. No hizo nada de eso. Navegó entre las negociaciones con el peronismo disidente y la UCR, y los esfuerzos por mantener en caja a su propia tropa, sobre la base del toma y daca del clientelismo tradicional. La responsabilidad principal que tenemos desde las Movimientos Sociales y la Organizaciones Políticas de Izquierda, no es cómo defender o alimentar expectativas en un gobierno que no tiene ninguna posibilidad de conservar el espacio democrático y progresista que abrió en la sociedad, porque él mismo quebró su compromiso con varias de las banderas principales que enarboló en sus primeros años. La única posibilidad de enfrentar las intenciones regresivas de la derecha neoliberal-conservadora pasa por construir en aquella franja que conserva dinamismo y vitalidad, una nueva referencia política que retomando esas propuestas les den una proyección mas amplia, coherente y profunda, que el kirchnerismo ya no quiere ni puede realizar.
Isaac Yuyo Rudnik
Movimiento Libres del Sur
Diciembre de 2009

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