sábado, 4 de febrero de 2012

Pombo Villegas Tamayo: “El Che soñaba con una América latina integrada”


Cuando revaloriza el concepto de instrucción guerrillera del que hablaba el Che, Harry Villegas Tamayo hace inevitable la comparación con los ejércitos que combatió. Por instrucción entiende “no ser analfabeto” más que saber manejar un arma sofisticada. De esa savia que componía la esencia del hombre nuevo bebió durante las tres campañas que compartió con Guevara: en la Sierra Maestra, el Congo y Bolivia. Pombo, el mote por el que se conoce a este cubano de 71 años, cálido y locuaz como la mayoría de los cubanos, es además un sencillo general de brigada condecorado como héroe de la Revolución. Acaba de hacer su cuarto viaje a la Argentina y durante media hora de su comprimida agenda que repartió entre Rosario y Buenos Aires, recibió a Página/12 en la residencia del embajador Jorge Lamadrid Mascaró.
–¿Cuál es la impresión que se lleva de esta visita donde participó en nuevos homenajes al Che por su natalicio?
–Me voy satisfecho. He visto en los jóvenes argentinos, en la población argentina en general, un interés por el Che distinto. Y no un interés solamente intelectual, sino más bien un interés por conocer su obra, su vida, y eso es un aliciente. Yo siempre había visto que a ustedes el Che les quedaba un poco distante. Pero en esta oportunidad vi que es más argentino y ustedes lo van sintiendo más importante, como la figura universal que es.
–Los manuales de historia, la bibliografía oficial han omitido enseñar la verdadera dimensión del Che. Varias generaciones se formaron sin leer una sola línea ni palabra sobre él...
–Quizás justamente sean ésas las razones y la diferencia que yo he ido notando en cuanto a cómo se proyecta la figura del Che en la Argentina. Pienso que cuando hablamos de él estamos hablando de la Revolución Cubana y también de Belgrano. Lo he visto en esta oportunidad, porque no me había interiorizado antes con todo el detalle con que lo hice ahora, cuando fui al Monumento a la Bandera en Rosario. El soñaba con una América latina integrada, como una gran nación. Ese pensamiento que está en Bolívar, en su carta de Jamaica y está en Martí.
–¿Qué opinión tiene de toda la iconografía vinculada con el Che, esa especie de culto en remeras, llaveros y fotografías que también existe con un sentido comercial?
–No nos gusta. Ahora hay que ser objetivo. El mundo donde vivimos es un mundo netamente comercial, en donde todo simboliza mercancía, ¿me entiende? El mundo atraviesa una crisis, no sólo climática y económica, sino una crisis moral. No puede uno negar que traten de comercializar con el Che. Porque hubo un momento en que surgió como una figura de mucha fuerza, fundamentalmente en Europa, y por lo tanto les empezó a interesar. Usted sabe cómo es la moda. La gente sigue la moda de los europeos. Yo personalmente pienso que deberíamos ubicarlo en su magnitud moral, en su magnitud revolucionaria. Que la gente se pregunte: ¿Y éste quién es? Y que se cuestionen por el Che. Si eso los lleva a tratar de conocer el interior del Che, estaremos ganando.
–¿La búsqueda del hombre nuevo del que hablaba Guevara?
–Tratar de buscarlo, sí. Yo pienso que quizá no lleguemos al hombre nuevo, pero sí debemos tratar de buscarlo de forma mediata, un hombre distinto. Un hombre con más valores, con más autoestima, un hombre que respete como ser humano que es. Eso gradualmente lo iremos alcanzando.
–¿Es posible en el sistema capitalista estimular moralmente a alguien para desarrollar aquel pensamiento? ¿Cómo sería en la producción?
–Los mecanismos del capitalismo son otros, buscan crear otros valores, como en el trabajo. Fundamentalmente con el desarrollo tecnológico en los sistemas de producción y cada vez están más pendientes de desplazar al hombre y crear la máquina. Ya tú has visto que en la guerra, que es una de las vías donde los nuevos experimentos se emplean, se está utilizando ampliamente el robot. Todos los aviones sin piloto se dirigen a distancia y muchos de ellos se dirigen desde Washington. Vamos a tener que luchar un poco más para crear una conciencia en la gente. La lucha va a ser por preservar la humanidad, por preservar el planeta Tierra. Algo que no entienden los capitalistas, que no entienden las transnacionales, independientemente de toda la mano que nos está dando la propia naturaleza, con todos estos cataclismos y la deformación absoluta que hay del clima. Va a ser muy complejo que se puedan utilizar los valores del Che en el sistema capitalista.
–Usted dijo en varios reportajes que el Che era más que un guerrillero tira tiros. ¿A qué se refiere?
–La gente considera que el guerrillero es un tira tiros, pero el Che considera que el guerrillero no es un tira tiros, que es un transformador social, que tiene un objetivo estratégico a alcanzar: que es el poder revolucionario para reformar la sociedad. Entonces no es un tira tiros y, partiendo de ese concepto, consideraba que en las condiciones de Cuba, el ejército rebelde lo primero que debía dar era la instrucción. Porque no es factible que quien lucha en la guerrilla no tenga instrucción, sea analfabeto. Ahí empieza realmente el proceso de alfabetización en Cuba. Con los soldados.
–¿Es consciente de que en Bolivia escribieron con el Che una página de la épica revolucionaria?
–Todo eso es circunstancial, todo eso es casuístico, coyuntural. Nuestro primer objetivo era continuar la Revolución. ¿Por qué? Porque no habían muerto las razones. Murió el Che, pero las razones por las cuales comenzamos esa lucha no habían desaparecido. Están ahí, son las mismas. Hoy en Bolivia se ha producido un cambio con Evo, que está en un proceso evolutivo, de formación, que hay que ver en dónde culmina. Avanza en una línea ascendente positiva donde las clases humildes van participando cada vez más de modo directo en el gobierno, en el proceso de dirección, en donde por primera vez en la historia los pueblos originarios tienen una representación y hay que decir que Bolivia es un país plurinacional.
–¿Cómo es posible entender la ética revolucionaria en el combate y el respeto por el enemigo que ustedes practicaron, si en las guerras de este tiempo se bombardean civiles todo el tiempo o se fotografían sin pudor prisioneros desnudos e inermes?
–Esa ética forma parte de nuestra concepción. A nosotros nos educaron en no maltratar a ningún prisionero, a respetarlos dignamente. A los oficiales les manteníamos su arma corta. Nos dio muy buenos resultados. Nosotros tomábamos a los soldados prisioneros y se los mandábamos al otro punto que íbamos a atacar. Les dábamos un buen tratamiento y ellos llegaban antes que nosotros. Y lo primero que decían era que no les habíamos dado ni una bofetada. Que los habíamos respetado, que les habíamos dado comida, que los habíamos curado. Entonces eso iba limando la capacidad de resistencia de los soldados y les quitaba el temor a caer prisioneros. Era una estrategia que aplicábamos.
–¿Una estrategia que en la era de la guerra tecnológica dominada por los Estados Unidos y la OTAN parece inconcebible?
–Hoy ya no vamos al enfrentamiento tecnológico con los norteamericanos. Tenemos nuestros aviones, nuestros cohetes, los hemos modernizado y además vamos siguiendo qué es lo que hay en el mundo. Pero no pensamos hacer una guerra aérea con ellos porque sería imposible. Con la cantidad de aviones que contamos no podemos desarrollar un combate frontal contra la aviación norteamericana porque nos destruyen en tres días. Entonces tenemos que pensar con habilidad. El muerde y huye. Cómo le aplicamos los principios de la guerra irregular a esta guerra y los combinamos con los principios de la guerra moderna. No tendríamos en principio una división de 200 tanques, pero podríamos tener un pequeñito grupo de cinco tanques y con ese pequeñito grupo tirarle a un carro blindado y escondernos. Tenemos que luchar también contra los medios de localización modernos. Saber cuándo se usa el láser y que es débil a las pantallas verdes. Entonces tenemos que crear pantallas verdes. Cosas de esa naturaleza. O el problema del calor, los cohetes que buscan el calor, como hacerle maquetas falsas para que tiren y fallen, como crearles focos de calor. De esta forma hay que ir aprovechando y aplicando la inteligencia. No hay nadie en el mundo, ni los rusos –que tienen un desarrollo tecnológico igual–, que pueda desarrollar esa guerra frontal contra el poderío de los norteamericanos.
–¿En 52 años de revolución nunca pudieron bajar la guardia?
–Hay un principio marxista que dice: aquel que olvida la defensa no sobrevive a la guerra. Y otro que señala: una revolución vale cuando es capaz de defenderse. Esas cosas para nosotros son vitales. Vemos que tenemos un enemigo ahí cerquita. Sabemos que ellos van a dar un zarpazo cuando crean que están en condiciones favorables y nosotros tenemos que prepararnos. Para que piensen que si nos agreden les va a costar caro. Y que si ponen un pie en la tierra no salen.

 Por Gustavo Veiga en Pagina/12

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