Ernesto "Che" Guevara acompañó su actividad revolucionaria con una amplia y heterogénea producción escrita que materializa su filosofía política.
En artículos teóricos, libros, discursos, diarios de viaje y notas periodísticas, el líder revolucionario fue reflejando la necesidad de generar un "hombre nuevo", cimiento indispensable para la construcción de una nueva sociedad.
Para el Che no bastaba con hacer la revolución, llegar al gobierno y modificar las estructuras del Estado; sino que el desafío era el de transformar radicalmente al sujeto, para generar conciencia, valores y actitud revolucionaria.
Una de las formas de acercarse a este concepto motorizador de Guevara es a través de su prolífica producción epistolar.
Por ejemplo, en una carta de despedida le advirtió a Hilda, su hija mayor, que "todavía faltan muchos años de lucha y aun cuando seas mujer tendrás que hacer tu parte en la lucha".
"Mientras, hay que prepararse, ser muy revolucionaria, que a tu edad quiere decir aprender mucho, lo más posible, y estar siempre lista a apoyar las causas justas", remarcó.
Como padre, el Che le especificó en esa misiva que debía luchar por ser mejor en todo sentido: "estudio y actividad revolucionaria, buena conducta, seriedad, amor a la Revolución, compañerismo, etc".
"Yo no era así cuando tenía tu edad –reconoció-, pero estaba en una sociedad distinta, donde el hombre era el enemigo del hombre. Ahora tú tienes el privilegio de vivir otra época y hay que ser digno de ella".
En una carta dirigida a sus padres, sostuvo: "Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias".
En ese mismo sentido versa la famosa carta que envió a Fidel Castro para liberar a Cuba de toda responsabilidad antes de iniciar la lucha revolucionaria en el Congo.
En la misiva, remarcó que iba a cumplir con "el más sagrado de los deberes" de un revolucionario que es "luchar contra el imperialismo dondequiera que esté" y enfatizó que si una revolución es verdadera, "se triunfa o se muere".
El Che puso de manifiesto sus más profundas convicciones hasta en las cartas más casuales.
En 1964, María Rosario Guevara, una mujer de Casablanca, Marruecos, le había escrito para consultarle si podían llegar a ser parientes. "Compañera –respondió Guevara-: De verdad que no sé bien de qué parte de España es mi familia. Naturalmente, hace mucho que salieron de allí mis antepasados con una mano atrás y otra adelante; y si yo no las conservo así, es por lo incómodo de la posición".
"No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante", sentenció.
De esa manera, la carta respetó sin proponérselo la idea de una frase que se le atribuye al Che: "Hay que endurecerse, sin perder la ternura jamás".
Algo parecido les dijo a sus hijos, en la carta de despedida que redactó antes de viajar a Bolivia, once meses antes de encontrar su muerte: "Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario".
"Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada".
Fuente: www.quilmespresente.com
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